Hacia una mirada estratégica en torno a la brecha digital

Escribe Luis Reyes, Director de Arquitectura de Transformación Digital de Infor

Desde hace 13 años que vivo y trabajo en Estados Unidos, específicamente en un ecosistema tecnológico de vanguardia junto a profesionales altamente capacitados, y desde una empresa focalizada en las transformaciones digitales desde la Nube. Ahora bien, cuando pienso en la realidad chilena, en contraposición con la experiencia estadounidense, puedo identificar determinadas barreras que van más allá del simple acceso a herramientas digitales.

En 2021, el Barómetro de la brecha Digital Ciudadana, realizado por la Subtel y otras organizaciones, evidenció que el 73% de las personas encuestadas continúan teniendo dificultades para la comprensión e incorporación del teletrabajo, la realización de trámites online y los procesos formativos en línea. Sin embargo, en forma paralela se dan otras cifras que muestran avances. Por ejemplo, en el año 2000 el acceso a Internet en Chile alcanzaba apenas el 16% de la población, mientras que veinte años más tarde aquella cifra subió exponencialmente a 82,3%. Entonces, ¿por qué seguimos teniendo brechas? y ¿por qué la realidad local es tan analfabeta, digitalmente hablando, ante determinados procesos?

Para tener una visión más amplia creo que es necesario observar realidades como las de Estados Unidos. Dicho país, con una población de un poco mas de 329 millones de habitantes, no presenta las brechas sociales ni técnicas de infraestructura que hoy experimenta Chile. Tal como señalé, la gran mayoría de la población estadounidense si tiene accesos y utiliza los servicios digitales en torno a nuevas oportunidades. Este escenario facilita en forma exponencial la demanda de servicios. Las universidades tienen buenas relaciones con empresas, creando circuitos de colaboración activos que permiten más desarrollos en base a la experiencia y necesidades de la sociedad o el mercado.

Además, en Estados Unidos existen instituciones sin fines de lucro, las que suelen crear eventos e interacciones donde los profesionales pueden compartir sus experiencias con alumnos antes de finalizar la etapa escolar. Esto permite conocer no solo las experiencias de los profesionales, sino que además se promueve una visión de futuro en las nuevas generaciones.

Es cierto también que estamos viviendo un proceso de transformación digital, en un nivel más maduro que Chile. Ahora bien, en el país del norte la brecha es menor porque han comprendido que los procesos de comprensión e interacción tecnológica tienen que ser integrales y en base a la colaboración entre diversas entidades, aspecto que todavía está pendiente a nivel local. Muchas veces en Chile se opera más desde una visión cercana a silos en vez de la búsqueda de instancias de trabajo y colaboración, ya sea entre el sector privado, agencias, academia y especialistas tecnológicos. Por ejemplo, en Estados Unidos ya se está trabajando en el desarrollo de las nuevas tendencias laborales en el área digital. Lo anterior, representado en la creación y formación de profesionales dedicados a la seguridad digital, en la arquitectura de negocios y en el análisis de datos a partir de los nuevos paradigmas que han surgido gracias a la inteligencia artificial. Es tan brutal los cambios que se están experimentando que hoy los departamentos de tecnología se están fusionando con las áreas de finanzas y marketing, por nombrar algunas.

Sin duda, hoy estamos transitando por un camino sin retorno al mundo digital donde los procesos, las personas, los datos y las tecnologías están interactuando al unísono en aspectos sociales y empresariales. Ante esta nueva realidad, Chile no sólo tiene que avanzar en el acceso a hardware o conectividad, sino más bien hacia una comprensión de los procesos tecnológicos en donde será clave el rol de los actuales centros de estudio, ya sean profesionales o técnicos.

El modelo estadounidense podrá no ser perfecto del todo, pero en dicho país comprendieron que hoy se requiere no sólo de voluntad, sino más bien de acciones concretas, de avances tan sencillos como la creación de mallas curriculares con foco en estos nuevos procesos tecnológicos, pero sobre el sustento de espacios de relacionamiento y trabajo con empresas, y no sólo me refiero a las tecnológicas.

Chile tiene muchas oportunidades por delante y, en ese sentido, el reto esta dado por conectar la educación profesional con las experiencias reales y no solo teóricas. La tecnología es una herramienta. Por tal motivo, hay que desarrollar las competencias para poder discernir la naturaleza de un problema que se intenta resolver. Es esa naturaleza del problema la que dictará qué tecnologías se podrán utilizar para resolver los desafíos tecnológicos de Chile, tanto en forma efectiva como oportuna.

(*) Luis Reyes: Director de Arquitectura en Transformación Digital de Infor